dc.description.abstract |
INTRODUCCIÓN.
Debido a que la educación ha llegado a impregnar todos
los aspectos de la vida nacional, su efectividad es de interés
público. Por lo general, las fuentes de opinión pública
provienen de entrevistas personales, reportajes e impresiones periodísticas y que comúnmente se relacionan con informes de infraestructura tales como número de escuelas,
construcciones escolares, profesores, alumnos e inversiones presupuestales requeridas. Este tipo de información así como su contenido plantea algunos problemas referentes
a la verdadera esencia de las tareas educativas.
Por una parte, en la información se pueden soslayar aspectos pertinentes al progreso instruccional de los educandos, meta última de cualquier inversión en el campo educativo.
Por otra parte, una información aislada o sobre aspectos
parciales o sin un respaldo confiable de sus fuentes, impide tomar las decisiones más sabias que permitan lograr los mejores resultados. Finalmente, puede propiciar una corriente de opinión que impugne o defienda las instituciones educativas sin poseer la evidencia necesaria
en la cual basar sus argumentos.
Esta situación que parece no reconocer la necesidad de
una más completa comprensión de los problemas para que la
opinión pública llegue a un entendimiento de los progresos
y áreas críticas en el sector educativo, debe ser corregida
mediante un esfuerzo constante para obtener datos válidos que proporcionen verdaderas evidencias en los análisis que se aborden.
Este esfuerzo debe ser compartido por los dirigentes,
y por los cuadros técnicos profesionales y se sitúa en el
campo específico de la medición y de la evaluación de los
fenómenos.
Dentro de las varias clases de evaluación educativa ,
se distinguen cuatro que implican la elaboración de cuidadosos
instrumentos de medición. RR |
en_US |