Abstract:
INTRODUCCIÓN. En la finca Los Andes, localizada en las faldas del volcán Atitlán,
se ha venido acrecentando una vieja enfermedad desde hace algunos
años, enfermedad parecida a la malaria, y la cual es propagada por
la larva de la mosca negra (Simulium ochraceum). Esta mosca busca sus
criaderos en aguas no estancadas, no violentas, y en lugares un tanto
fangosos, principalmente en pequeños riachuelos. Como puede apreciarse,
esta mosca tiene su hábitat bien definido, complementado con un determinado
clima y una determinada altitud, necesarios para la reproducción
de la mosca. En esta finca en especial, todas las condiciones son
favorables para su desarrollo.
La enfermedad, llamada Oncocercosis, o enfermedad de Robles, nombre
debido a su descubridor en Guatemala, data desde tiempos de la colonización
española, y se cree que fue introducida a América por los
esclavos que fueron traídos desde África para trabajar las fincas de
los colonizadores (1). Existe otra teoría que afirma que la enfermedad
es nativa de esta región (2).
Sin embargo, la enfermedad no fue reconocida sino hasta que en
1915 el Dr. R. Robles realizó varios trabajos, y demostró que la enfermedad
estudiada por él era Oncocercosis (1). Más aun, no fue sino
hasta en diciembre del año siguiente, 1916, que aparece por primera vez
en un órgano informativo la noticia, en primera plana, bajo el titulo
Una enfermedad nueva en el continente ha sido diagnosticada en Guatemala',
lo cual aparece en el diario La República , el viernes 29 de
diciembre de 1916 (1).
Al hacerse público el descubrimiento de la Oncocercosis, muchos
investigadores empezaron a hacer estudios más específicos, como por
ejemplo, el relacionar la constante ceguera en los casos con lesiones
cutáneas, y fue el Dr. Pacheco Luna uno de los primeros en el mundo
en hacer un estudio de este tipo (1).
Las manifestaciones clínicas, desde el punto de vista epidemiológico,
presentan cuadros clínicos que pueden ser, según el Dr. Carlos
E. Sandoval et al. (1) :
1) Personas con manifestaciones sintomáticas, y
2) formas inaparentes o asintomáticas.
Dentro de las primeras se pueden considerar :
a) personas que manifiestan sólo nódulos,
b) personas con lesiones oculares,
c) personas con lesiones de la piel,
d) personas que presentan dos o más manifestaciones, y
e) personas que presentan microfilarias en la piel.
Entre estas manifestaciones, los nódulos y la microfilaria constituyen
la más temprana y más frecuente. Los nódulos, al principio,
son pequeños, de localización variable, encontrándose en un porcentaje
en la parte craneana de 60 - 75 % (1).
Se han realizado varias encuestas (1) cuyos datos han servido para
darle la importancia socioeconómica necesaria a esta enfermedad.
Existen lugares donde la infección alcanza un 99 % de la población
adulta, y en ciertos lugares las complicaciones llegan a un 50 % de
las personas atacadas. Claro está que estas personas afectadas no
pueden rendir de igual forma que una persona sana. Y esto repercute
en la economía del pais, ya que las áreas afectadas son las zonas agrícolas
más ricas de Guatemala (1). También impide la migración de trabajadores
del altiplano hacia las tierras bajas, un hecho muy común en
Guatemala, por miedo de resultar infectados.
Del total de los departamentos de la república, solamente en ocho
de ellos se ha encontrado hasta ahora la enfermedad (1), y son : Guatemala,
Suchitepéquez, Sololá, Escuintla, Chimaltenango, Santa Rosa,
Huehuetenango, y Jutiapa. Sin embargo, esto no implica que todo el
departamento esté afectado por igual, ya que en algunos casos son muy
pocos los individuos encontrados con la enfermedad.
Actualmente se encuentra en Guatemala un grupo de técnicos y científicos
del Centro para el Control de Enfermedades, Salud Pública de
E.E.U.U. (Center for Disease Control (CDC)), de Atlanta, Georgia, quienes
conjuntamente con la Universidad del Valle de Guatemala (UDV), y el
Servicio Nacional para la Erradicación de la Malaria (SNEM), están llevando
a cabo varios estudios sobre la factibilidad de erradicación o
control de esta enfermedad.
Para ello se tiene en mente realizar varios proyectos diferentes.
El proyecto que aquí nos concierne consiste en agregar un pesticida
selectivo en los riachuelos con criaderos, y por medio del insecticida
combatir las larvas, para evitar la propagación de la enfermedad. Para
este efecto se ha pensado en un pesticida en especial, un organofosforado,
de nombre comercial Abate, 0,0,0,0 - tetrametil 0,0 - tiodip-
fenilenofosfotioato, (American Cyanamid Co.), que en concentraciones
de 1 ppm en el agua resulta relativamente no tóxico para el humano, así
como para muestras especies (3)- y sumamente letal para las larvas.
Debido a que no solamente se trata de erradicar la mosca, sino que
también preservar la fauna en los riachuelos, es necesario hacer
pruebas con diferentes formulaciones y concentraciones del mismo.
Esto implica un control analítico del trabajo, con el fin de matar
las larvas, conservando a la vez la demás fauna.