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El residuo de naturaleza orgánica proveniente de actividades agrícolas se degrada principalmente por la acción de microorganismos que actúan en condiciones naturales. La degradación está afectada por las características del residuo y del entorno ambiental en donde se produce y se acumula. El producto sólido resultante de la transformación finalmente se incorpora al suelo o en sedimentos de aguas superficiales; la mayoría
de los compuestos gaseosos que se producen durante el proceso provienen de la actividad microbiana. El control de esta actividad natural puede lograrse de dos maneras: a) empleando un proceso que ocurra bajo la total ausencia de aire y que obligadamente genera metano dentro de los productos gaseosos, y b) en un sistema esencialmente aerobio. El producto sólido de este segundo proceso se conoce como compost. Como producto de la oxidación biológica obtenida por la participación de una amplia gama de
microorganismos, el compost obtenido en un adecuado procesamiento, es biológicamente estable. Se conocen los efectos beneficiosos que la adición de compost tiene sobre las propiedades del suelo, entré las que destacan, una mayor retención de agua y de la capacidad de intercambio catiónico, una mejoría de la estructura física,
una disminución de la acidez, un incremento en la cantidad de la materia orgánica y una mejor calidad de la misma. La calidad, en este caso, se refiere a la presencia de substancias similares al humus producidas como resultado de las conversiones bioquímicas en el proceso oxidativo. Se tiene evidencia experimental de la contribución del compost en nutrientes a las plantas, y recientemente se ha encontrado también un efecto del compost en la eliminación parcial o total de ciertas enfermedades causadas por microorganismos patógenos a las plantas. También se ha creado una demanda de compost en la agricultura orgánica y protegida de productos como frutas, hortalizas
y ornamentales. |
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