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Frecuentemente la literatura infantil se asocia con la magia y la fantasía que se
encuentran en una buena historia o en un hermoso poema, donde un mundo de
aventuras y héroes está esperando para transportar al niño al sitio donde todo es
posible, dejando de lado las leyes de la naturaleza y de la física, porque la realidad
no cuenta.
Y es que la literatura para niños posee un efecto hipnótico tan poderoso sobre
los pequeños oyentes, que casi desde un principio entregan su voluntad y
someten la lógica a los deseos de esos seres invisibles que, por poco tiempo,
cobran vida, aun a sabiendas de que no son reales y que, al terminar la historia,
retornarán a la realidad.
Sí como docentes reconocemos el influjo que ejerce la literatura en el infante,
¿por qué no utilizarla como medio para alcanzar las metas del aprendizaje?.
En el nivel de preprimaria todo gira alrededor del niño. Se da preferencia a las
actividades lúdicas, de acuerdo con Froebel, quien fue el primero en sistematizar
la pedagogía en la escuela parvularia o Jardín de Infantes, como él le llamó. La
base de la concepción pedagógica de la escuela de párvulos es el reconocimiento
del valor que para el niño tiene el juego.
La literatura ofrece al infante la oportunidad de jugar con las palabras, con las
imágenes poéticas, con la musicalidad que los sonidos producen cuando se
repiten determinados vocablos, y se logra un efecto onomatopéyico que al pequeño le encanta. Por ejemplo, las jitanjáforas le permiten mezclar sonidos y
vocales, sin ningún significado entre sí, Sólo por el placer que le producen.
Por medio de la literatura, el niño juega a ser un príncipe, un soldadito de plomo
o una rana, y la niña, una princesa, un hada o una bruja. Ambos juegan con su
imaginación y le dan vida a sus sueños dejándolos volar, aunque sólo sea por
unos instantes.
El estudio de la literatura para niños ha cobrado mayor interés últimamente, y
algunos pedagogos investigadores, como Adrián Ramírez Flores, Jesualdo Sosa,
Daniel Armas, Antonio Robles, entre otros, han elaborado teorías sobre lo que hoy
se conoce y se trabaja en relación con el tema; sus apuntes resultan sumamente
valiosos por cuanto son la base misma de este estudio, al coincidir en muchos de
los planteamientos.
El propósito general de este trabajo es presentar el valor real de la literatura
infantil, exponiéndola desde su historia, sus características y sus posibilidades
futuras, para que el docente pueda aprovecharla al máximo.
En virtud de lo anterior, se consideró necesario partir de los conceptos básicos
de la literatura, con el propósito de establecer lo que no es literatura infantil y que
durante años se había venido tomando como tal, hasta llegar a lo que realmente
es literatura para niños.
Una vez establecido este concepto, no se podían ignorar las teorías que sobre
la evolución del desarrollo psíquico del niño ha desarrollado Jean Piaget, pues sin
ellas no se puede comprender la integración que el niño hace entre lo que es el
mundo exterior y su propio mundo. Trabajar las características que la literatura para niños debe tener para poder satisfacer plenamente las necesidades del
infante, es objetivo fundamental de este trabajo.
Se tomaron para este estudio las formas de la literatura infantil que más gustan
a los pequeños y, por lo tanto, las más conocidas. El cuento desempeña un papel
primordial, no sólo por ser una de las formas genéricas más difundidas a través de
los años, sino también por el entusiasmo con que se trabaja. Es indudable su valor
dentro del campo de la educación. La poesía y el teatro son géneros que también
tienen bastante aceptación entre docentes y niños, aunque no se puede negar que
la primera ha sido más trabajada que la segunda, por lo fácil que le resulta al niño
memorizar un pequeño poema. Sin embargo, últimamente se le está dando más
interés al teatro; montar en escena una historia resulta una experiencia fascinante.
La literatura para niños motiva al pequeño de tal manera que se identifica, goza
y crece con cada relato, con el héroe o el villano. Esto hace posible que el niño
pueda recrear la obra, modificandola o adaptándola a sus necesidades.
En conclusión, la literatura para niños favorece la función docente, en virtud de
la aceptación con que la recibe el niño de edad preescolar y la hace suya, y por la
manera como él la vive y la disfruta, en uso pleno de su capacidad imaginativa. |
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