Abstract:
INTRODUCCIÓN. La ciudad de Santiago de Guatemala fue la capital de un extenso Reino que lindaba por el norte con Oaxaca del Virreinato de La Nueva España, y por el sur con Chiriquí,frontera del Virreinato de Nueva Granada, jurisdicción de Santa Fe de Bogotá. Hacía 1810 tendría el Reino alrededor de un millón de habitantes, y el territorio de la actual República de Guatemala, unos 400,000 habitantes. La capital del Reino contenía, antes del terremoto de 1773, una población de unos 30,000 habitantes. Fue por más de dos siglos la capital del Reino, sede de obispado y a partir de mediados del siglo XVIII de Arzobispado y una de las más bellas de este hemisferio. Era rica en las diferentes ramas de las artes plásticas, con sus bellos monumentos arquitectónicos, y magníficos artistas en el arte de la escultura, la pintura, etc., que exportaban sus obras hacia otros reinos y aún a la metrópoli peninsular.
Desde su fundación, en 1524, la ciudad sufrió calamidades, tanto naturales como sociales, que obligaron a trasladar su sede en varias ocasiones. Cuando se estableció en el valle de Panchoy, ya había soportado una serie de catástrofes naturales, tales como inundaciones, epidemias, erupciones volcánicas y terremotos. Estos fenómenos, junto a las Ordenanzas Reales sobre la construcción de las ciudades, incidieron directamente en su particular arquitectura, su localización y en su disposición urbanística.
A raíz de los terremotos de Santa Marta, en julio de 1773, dio principio a un proceso que eventualmente condujo a la desaparición de ésta como había sido hasta entonces. Después del terremoto, un grupo poderoso, capitaneado por el Presidente Martín de Mayorga, decidió el traslado de la ciudad.
El traslado definitivo hacia el lugar que ocupa hoy se llevó a cabo no sólo a causa de la destrucción por los terremotos de julio y diciembre de 1773, sino posiblemente también por razones de orden político y económico, tales como la atadura de las deudas de censo a las diferentes órdenes religiosas; los conflictos entre diferentes grupos de poder
económico, tales como los tradicionales núcleos de poder familiar y las nuevas clases medias emergentes, etc.
Con el traslado emigraron de la urbe las autoridades reales, la mayor parte de los miembros de la Iglesia, sus vecinos acaudalados y la mayor parte de los artesanos y mano de obra en general. Se fue de la arruinada ciudad su riqueza.
Después de haberse ordenado el traslado al nuevo sitio, ésta se fue despoblando, pero nunca totalmente, ya que se quedaron unos 6,000 habitantes de los 30,000 que tenía anteriormente.
Esta gente debe haber sufrido mucho, ya que la ciudad había perdido gran parte de la población económicamente activa, por lo tanto, escaseaba el trabajo. Al disminuir la población, la ciudad perdió ingresos por falta de recaudación de impuestos, por lo que no podía mantener sus servicios básicos, y menos reconstruir y reparar su infraestructura. Se fueron muchos artesanos, por lo que no había suficientes albañiles que supieran restaurar los edificios destruidos, no había suficientes herreros, zapateros, orfebres, panaderos, etc. Se fueron los comerciantes, por lo que eran escasos los productos comestibles y de primera necesidad, las herramientas, etc., posiblemente escasearon otras muchas cosas de las cuales no tenemos información.
Muchas familias de gran poder económico, aunque se trasladaron a la Nueva Guatemala, mantuvieron sus casas y propiedades en la arruinada ciudad. Ante esas circunstancias, a la gran mayoría no le era apetecible vivir allí. El estado de depresión económica alcanzó todos los niveles y formas, por lo que la propiedad perdió gran parte de su valor. Los pocos que se quedaron posiblemente lo hicieron por necesidad o amor a su terruño.
Tomando en cuenta todo lo anterior, es difícil entender cómo una ciudad que por tanto tiempo fue tan importante se abandonó a su suerte y casi se borró de la memoria colectiva.
De ella se fueron sus autoridades municipales, llevándose consigo todos los títulos y privilegios. Quedó en el sitio una urbe acéfala, sin autoridades y con una población muy reducida.
La capital del Reino se trasladó y cambió su nombre por un tiempo al de la Nueva Guatemala y posteriormente a Nueva Guatemala de la Asunción. La ciudad de Santiago desapareció de su antiguo asentamiento y pasó a formar parte de la historia.
Las penalidades de sus habitantes continuaron. En el sitio quedó un asentamiento humano que las autoridades reales querían hacer desaparecer, amenazando a sus pocos habitantes para que la abandonaran. Se cegaron las fuentes de agua, se prohibió el funcionamiento de tiendas, el ingreso de comestibles, el funcionamiento de obrajes y todo aquello que necesita una población para sobrevivir. Así, la urbe quedó destruida y con pocos habitantes. Olvidada por las autoridades reales, relegada a categoría de villa y ocupando el lugar de una población de segunda o tercera categoría.
La evolución de su nombre es indicativo del proceso que se dio a partir del terremoto. Al emigrar la ciudad, a otro sitio, la población que quedó perdió su nombre de Santiago de Guatemala, y se quedó sin apelativo propio por un tiempo. Se le llamó "la arruinada ciudad", "la destruida ciudad", "la antigua ciudad", "la antigua capital", y existen documentos de la década de 1780 en que ya se le comenzaba a conocer como "La Antigua Guatemala", lo que indica que se escogió ese nombre, porque era con el que ya se le conocía.
Durante ese tiempo se dio un proceso de cambio, por medio del cual tuvo que ser reorganizada otra distinta, con una población a la que se le sumó una que, aprovechando la despoblación y exceso de vivienda abandonada, inmigró de los pueblos y provincias cercanas hacia la arruinada urbe. Se aumentó así el número de habitantes, y los inmigrantes se asentaron junto a los habitantes establecidos, creando una nueva distribución social y espacial. La villa vivió sin autoridades propias hasta 1799, y cuando por fin se reconoció la realidad y ya tuvo gobierno municipal, era un centro urbano DISTINTO.
De esta época hay un vacío bibliográfico. El propósito de esta tesis es ayudar al rescate de los acontecimientos y hechos históricos que sucedieron a partir del abandono de la ciudad, hasta que comenzó a reinventarse a sí misma. Se basa en la hipótesis de que Santiago de Guatemala y La Antigua son dos urbes DISTINTAS, que circunstancialmente ocupan un mismo sitio geográfico. La causa por la cual se transformó socialmente de una a otra fue una crisis cuyos orígenes estuvieron muy claramente definidos: el terremoto de 1773 que inició el proceso de cambio.
Este trabajo abarca temporalmente los años posteriores al terremoto de 1773 hasta 1820, y se circunscribe a los hechos que se dieron dentro de los límites urbanos (intramuros) de la ciudad. Se incluye cierta información estadística sobre hechos anteriores al terremoto con el propósito de formar una base con la cual se puedan comparar las variantes que se dieron en el proceso de cambio de una ciudad a otra con el ánimo de constatar que sí se dieron, y en qué magnitud.
Existe mucha información de archivo que no se ha investigado de la época del traslado, el abandono y consiguiente resurgir de una nueva ciudad. Para comprobar el proceso de cambio, esta investigación se basó principalmente en una sola faceta de este proceso, utilizándose todas las escrituras de compraventa de inmuebles contenidas en los libros de protocolo de los escribanos de 1770 a 1820.
La información bibliográfica sobre la época del abandono y primeros años de existencia de La Antigua es escasa y la poca que hay está muy dispersa. Para hacer esta investigación se recurrió principalmente a fuentes directas de primera mano. En ella se localizó, y se incluyó en este trabajo, información que tiene la intención de comenzar a formar una imagen del entorno y de una época de la ciudad que está prácticamente borrada de la memoria colectiva. La información a veces parecería no congruente con el tema investigado, pero no sólo sirve para crear imagen, sino que puede ser una herramienta para otros investigadores que trabajen esta etapa de la ciudad. RR