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INTRODUCCIÓN. El agua es el elemento básico de todos los tipos de vida. Históricamente, el hombre ha aceptado el agua que encontraba a su alrededor como un don del cielo, una especie
de derecho adquirido, un producto que podía despilfarrar o ahorrar según lo exigieran
las circunstancias. Al confiar en una cantidad inagotable procedente de los grandes
ríos y de los océanos, el hombre ha despilfarrado el agua y la ha contaminado
produciendo una escasez alarmante y universal de ésta en medio de la abundancia.
Aunque es un hecho de la naturaleza que el agua cubre casi tres cuartas partes de la
superficie de la tierra, es también una verdad irónica que rara vez puede encontrarse
donde se necesita, cuando se necesita y en las cantidades que se requieren. Esto se
debe a que de los aproximadamente 1,392 millones de km³ de agua que hay en la
tierra, solamente el 0.036 por ciento está constituido por agua dulce aprovechable.
Debido a la gran necesidad del agua, el hombre ha recurrido al agua subterránea
para su subsistencia, explotándola por medio de afloramientos y pozos, entre otros. La
apertura de pozos para captar el agua del subsuelo es realmente una de la prácticas
más antiguas del hombre, aunque el verdadero desarrollo de las técnicas científicas de
explotación y captación ha tenido lugar recientemente.
El origen de las aguas subterráneas es uno de los problemas que más han
preocupado al hombre desde los tiempos más remotos. La teoría de la infiltración, que
supone que todas las aguas subterráneas provienen, ya sea de infiltración directa en el terreno de las lluvias o nieves, o indirecta de ríos o lagos. no ha sido aceptada
universalmente, sino desde tiempos relativamente recientes.
A medida que las ciudades se han modernizado, han reemplazado grandes
extensiones de terreno, antes ocupadas por un suelo vegetal, por una capa
impermeable de asfalto y concreto. Esto ha causado que la mayor parte del agua
proveniente de la precipitación se escurra rápidamente por los sistemas de drenajes
hacia los ríos, lagos u océanos sin dar lugar a que ésta se infiltre en el suelo, alterando
drásticamente de esta manera el balance hidrológico. Si a esto sumamos otros factores
como la falta de una buena planificación en proyectos de explotación de agua
subterránea y el crecimiento demográfico desmedido, podremos fácilmente imaginar
por qué los científicos han dado gran importancia a encontrar y mejorar métodos para
recargar los acuíferos artificialmente.
Existen diversos métodos para recargar artificialmente el agua subterránea y
algunos de estos han probado ser económicamente factibles y eficaces. Estos se
dividen básicamente en dos categorías, recarga por extensión de agua sobre el terreno
y recarga por pozos. Estos utilizan diferentes fuentes de agua para la recarga, tales
como agua importada, agua de inundaciones, precipitación directa e inclusive aguas
residuales municipales.
Es el propósito del presente estudio, presentar los diferentes métodos de recarga
artificial de agua subterránea y proponer una alternativa viable que nos ayude a
restablecer el balance hidrológico en la Aldea Lavarreda, zona 18, para evitar llegar a
una crisis en la captación de aguas subterráneas en Guatemala. |
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