Abstract:
Sebastián pasó de nuevo frente al portón de la verja, tal como lo hacía desde que vivía en el barrio. La verja era de hierro forjado, y la reja de la puerta, vieja y herrumbrosa, aún lucia aquellos arabescos que se acostumbraban en la época de los abuelos. El barrio, todo, se encontraba poblado por recuerdos antañones. Los árboles del pequeño parque daban la impresión de haber estado allí antes que el mismo barrio. Si Sebastián pasaba con frecuencia por aquel sitio, después de asistir a misa, era porque en cierto modo le parecía que el ambiente formaba parte de un "templo" más antiguo y venerable que la iglesia misma. El portón de hierro forjado, que vedaba el paso a aquel terreno baldío, ejercía sobre él una atracción inexplicable, a pesar de que al otro lado no había más que hierbajos y troncos caídos. Algo le decía que allá, en el fondo, se ocultaba un viejo secreto que todo el mundo ignoraba.