Abstract:
Suave y laboriosamente la brocha iba revelando el esqueleto. Permanecimos hipnotizados, luchando por asimilar las implicaciones de una muerte trágica, posiblemente durante una antigua confrontación bélica. El esqueleto era de un hombre; su boca estaba abierta; su rodilla izquierda estaba flexionada y su brazo izquierdo apretaba una profunda herida en sus costillas. Alrededor de su cuerpo había treinta y tres vasijas elegantes, nítidamente arregladas, que contenían las ofrendas de comida que lo acompañaron en su viaje al inframundo. En ese momento silencioso podía sentirse el horror, el dolor y el pesar del pueblo ante la pérdida de su líder.