Abstract:
El 86 % del azúcar a nivel mundial proviene de prácticas agrícolas de monocultivo de la caña de
azúcar (FAO, 2019). El azúcar es considerado como un producto de alta importancia económica,
debido a que, Guatemala, en los últimos 6 años, ha exportado al mundo más de 14 millones de
toneladas métricas de azúcar, ubicándola como el tercer país exportador de azúcar de América
Latina y el sexto país a nivel mundial (ISO, 2022). Por otra parte, el uso de agroquímicos también
tiene un impacto negativo en la microbiota del suelo y afecta la salud de los cultivos. El uso de
este tipo de pesticidas sintéticos ha favorecido el aumento de la productividad de los cultivos y la
protección contra plagas herbívoras y fitopatógenas (Udeigwe et al., 2015).
Sin embargo, el uso continuo de agroquímicos ha causado un incremento en problemas, tales
como: el deterioro de la salud del suelo, el aumento de la resistencia a los plaguicidas, la creación
de fitopatógenos resistentes a los medicamentos, el aumento de riesgos para la salud humana y la
destrucción de la flora y la fauna del entorno (Bhushan y Pathma, 2021). De seguir la tendencia del
uso de agroquímicos, causará otros problemas asociados con la bioacumulación, biomagnificación,
la contaminación ambiental y el cambio climático. Por lo tanto, representan una amenaza grave y
alarmante para la vida y la sostenibilidad en la superficie terrestre (Jänsch, Amorim, y Römbke,
2005).
Las serias consecuencias del uso excesivo de este tipo de sustancias hacen necesario determinar
nuevas estrategias para abordar el problema de plagas, sin causar efectos negativos en el ecosistema
(Devi y Kumar, 2020). Es necesario optimizar los métodos para que sean efectivos para cualquier
cultivo, asimismo, mejorar la salud del suelo. El uso de métodos, como biofertilizantes, mejorará
la productividad de los cultivos, sin comprometer la salud ambiental. El uso de biopesticidas, la
biorremediación de suelos y tierras contaminadas con plaguicidas y la utilización de microorganismos
asociados a plantas, son algunas de las estrategias alternativas exitosas al uso de plaguicidas aplicadas
hasta la fecha (Bhandari, 2014).
Es por ello que, en este trabajo se pretendió identificar y analizar las cepas de hongos de interés
capaces de mejorar la salud del suelo para su uso como biofertilizantes. Asimismo, se analizó el
antagonismo fúngico de cepas aisladas de suelo mediante pruebas de antagonismo in vitro. Se
identificaron 40 cepas a nivel especie, siendo Setophaeosphaeria hemerocallidis la más abundante
en las fincas del Ingenio Magdalena. También se demostró que las cepas 2AB21, 4AP14, 3BP25,
1MO28, 1MO32 y 5MO20 presentaron una mayor actividad antagónica. (LA)