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El trabajo infantil es una realidad que no puede ser acallada en los países de Latinoamérica, que se ha convertido en un problema económico, político y social con urgencia de ser resuelto.
Muchas son las causas de este problema: dificultades ecónomicas, migración de familia, falta de cobertura en educación, maltrato infantil y pobreza extrema como causa principal, entre otras.
Básicamente existen dos posturas en cuanto al trabajo. Un grupo opina bajo la teoría de Maslow que todo ser humano posee una escala de necesidades que debe llevar a la acción. Necesidades primarias como vivienda, alimento, etc. que pueden ser resueltas a través del trabajo. De ahí la idea que los niños pueden ser educados sobre el trabajo, incluso, ser instruídos en contenidos que pueden ser integrados en el pénsum académico.
Por otro lado, está el punto de vista que niega rotundamente el hecho que se le enseñe a los niños a trabajar y que se les provean las oportunidades para hacerlo. Esto, basado en la premisa que el desarrollo psicológico y físico de los niños y las niñas no permite que sea una acción idónea el lanzarlos al trabajo. Así mismo, esta postura se sustenta en los derechos para ellos publicados por Unicef. Derechos que impulsan al desarrollo integral del niño, donde la educación forma parte imperante de su bienestar.
En cuanto a lo anterior, posturas van y vienen, pero la última palabra la tienen los gobiernos y todas aquellas entidades relacionadas con la educación y el bienestar de la niñez. Ellos son los encargados de la toma de decisiones en beneficio de una población necesitada que dice a gritos: Necesito crecer, aprender desarrollarme y vivir. RR |
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