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INTRODUCCIÓN. André Gide es un clásico del siglo XX, un escritor que representa un punto de vista
crucial para la comprensión de algún aspecto importante de la sensibilidad, el pensamiento o los
modos de vida característicos de nuestros días. Cada generación se vuelve hacia un hombre
en el que confía la misión de decidir por ella, las novelas que hay que leer, los regímenes políticos
que hay que apoyar o condenar y los filósofos en quienes creer. André Gide -uno de estos
hombres- es el maestro que encarna el gusto y la verdad de su época. En su abundante obra,
Gide profesa el evangelio de la originalidad única, irreductible e irreemplazable en cada ser, y
del derecho de no adherirse, por la fuerza, a ninguna opinión; es el heraldo solitario de la
vanguardia y la marginalidad, perseguido por el escándalo por desafiar a todos los poderes
(padres, maestros, religión y Estado), por sacudir a la sociedad encerrada en sus prejuicios y por
denunciar, desde el reino hegeliano de la conciencia feliz, hasta la sociedad sin clases de Marx.
Gide rechaza los moldes reductores de la realidad y cultiva la multiplicidad presente en todo ser
humano. Como todo verdadero creador, aporta una nueva visión; abre un nuevo camino que,
hasta que él lo descubre, permanecía virgen e insospechado. La novedad misma de su punto
de vista dificulta la comprensión.
En Los falsos monederos, culminación de su obra narrativa, Gide expone el problema
de la sinceridad y de la mala fe como moneda corriente en las relaciones humanas. Su
preocupación por la autenticidad y la elección que cada quien hace de sí mismo frente a la
libertad, se manifiesta en las acciones de sus personajes. El carácter contemporáneo de Los falsos
monederos se afirma en el planteamiento de problemas morales, sociales y estéticos, tales como
la rebelión de la juventud, la religión, el psicoanálisis, la técnica narrativa y la búsqueda de la
identidad.
La finalidad de este trabajo es exponer algunas de las innovaciones técnicas introducidas
por Gide en la narrativa y mostrar la vigencia de sus ideas en una sociedad que no cesa de fabricar
estereotipos niveladores, pues los tiempos cambian y no cambian: los tenaces tabús de lo que se puede hacer y de lo que no se puede hacer, de lo que se muestra y de lo que se esconde, están
siempre disponibles para provocar la furia de las coaliciones de la intolerancia. La actualidad de
Gide está en el fermento de inquietud que sus obras depositan en el lector, para ayudarlo a
liberar, del peso de la contingencia, sus más legítimas aspiraciones. |
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