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Dentro de la dinámica de la vida humana siempre han existido espacios donde la normatividad y rigidez de la cotidianidad se rompen por un lapso de tiempo, esto es, para realizar celebraciones, festejos, matrimonios, ceremonias, ritos y peregrinajes, entre otros.
Dichas actividades sociales y religiosas son unas que en el fondo proveen un espacio
adecuado para la liberación del estrés acumulado por los individuos, así como la recreación
y el descanso necesario. Un inmediato ejemplo de esto es el conocido Potlach Kwakiutl.
Sin embargo, con el advenimiento del sistema capitalista, el desarrollo de ciudades y
la industria moderna, los niveles de estrés han aumentado de sobremanera, al igual que la
evidente alienación que trae consigo la modernidad. Una repuesta a esto, entre otros
asuntos, fueron los movimientos sociales de los 1960s y 1970s los cuales cuestionaban
fuertemente el status quo y la legitimidad del sistema . Este período también evidenció el
surgimiento de los llamados beats y luego hippies, quienes vagabundearon en una sociedad
sin sentido , o crearon comunidades en oposición a la violenta , racionalizada y mecanizada vida moderna. Las consecuencias de estos movimientos también tuvieron un
efecto sobre Guatemala, ya que muchos de los hippies llegaron al Lago de Atitlán para
vagabundear y asentarse. Con la caída del Muro de Berlín y el final de la Guerra Fría, el
sistema capitalista se ha extendido aceleradamente, absorbiendo no solamente a los hippies,
sino que también a las muchas comunidades mayas del altiplano guatemalteco. Así,
actualmente la mayoría de hippies que se asentaron en el Lago Atitlán ahora son dueños de
restaurantes, hoteles y tiendas, mientras que los mayas locales en varios casos como es el de San Marcos la Laguna suplen la mano de obra barata necesaria.
No obstante, la alienación que una vez incitó a los hippies al exilio hoy por hoy persiste, particularmente en las sociedades postindustriales donde las exigencias socioeconómicas son aún más fuertes, y en donde Dios ha sido reemplazado por ciencia y tecnología. Y es en este contexto específico que el turismo espiritual New Age surge como un mecanismo de escape y exilio, así como de curación físico-simbólica a la violencia estructural que trae consigo la posmodernidad o la lógica del capitalismo tardío. RR |
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