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Las danza-dramas de Rabinal existen desde la época prehispánica en Rabinal y a lo largo de la historia se han visto moldeadas por el contexto en el que se encuentran inmersas. De estas danza-dramas mayores todavía existen 16 activas y, por lo menos, 32 grupos que las danzan. Estas más que un espectáculo cultural, son un complejo y elaborado proceso danzario que se compone de las siguientes fases: pedida, ceremonias de permisos, ensayos, ensayo general y ceremonia de velación de máscaras, presentaciones y ceremonia agradecimiento. Los caseros en Rabinal explican su historia inmediata a partir de un suceso que afectó el área de una forma muy profunda: el Conflicto Armado Interno. De esta manera, se refieren a situaciones antiguas mencionando que ocurrieron “antes de la violencia”, aunque se refieran a un hecho que pasó hace más de 100 años o a uno que sucedió hace 40. A situaciones relativamente actuales, se refieren como aquellas que sucedieron “después de la violencia”. Lo mismo ocurre con el proceso danzario, el proceso danzario mencionado es un tipo de proceso ideal que hace referencia a la forma en la que sus ancestros llevaban a cabo las fases de preparación y realización de un danza-drama “antes de la violencia”. En la actualidad, el proceso se realiza con las siguientes fases: ceremonias de permisos, ensayos, ensayo general y ceremonia de velación de máscaras, presentaciones y, en ocasiones, la ceremonia de agradecimiento.
Las danza-dramas activas en Rabinal se pueden dividir en dos: las indígenas y las “ladinas”. En la primera categoría se encuentran El chico mudo, Los negritos, el Rabinal Achi, El costeño, Los animalitos, todas las variantes de El venado, Los Güegüechos, La sierpe/San Jorge, La sierpe princesa/San Jorge princesa, Conversión San Pablo, La conquista. En la segunda, Los pueblos, Las flores, Los diablos, Los marineros y La sotamayor. La distinción entre ambos se hace no porque sus integrantes o la estructura del danza-drama pueda calificar como indígena o “ladina”, se califican de esta forma según el apego y acatamiento al proceso danzario. Por aquellas consideradas indígenas, se realiza un proceso que contiene las fases anteriormente descritas; no obstante, para las “ladinas” se realiza únicamente tres de ellas: ensayos, velación de máscaras y presentación, como ocurre con las danzas escolares. La razón por la que estas danzas ladinas no realizan todo el proceso danzario es porque este proceso es resultado de la cosmovisión maya-achi de Rabinal.
El proceso danzario está compuesto por fases que son analizables de forma independiente, pero estas son interdependientes y solamente cobran sentido en conexión entre sí. Este proceso danzario es un Perfromance cultural ritual puesto que se trata de un evento especial que ocurre fuera de la vida cotidiana y es identificado, por quienes son partícipes de este, como tal. Su condición de ritual se basa en la intención que tiene detrás, por lo menos en las danzas mayores. Esta intención consiste en la validación del mito sobre la interacción activa y constante entre los vivos y muertos dentro de la cosmovisión maya achi.
Dentro del proceso danzario se involucran varios actores: cofrades, danzantes, músicos, esposas de danzantes y caseros, tinientes y/o abogados; no obstante, la figura principal es el casero. Este actor se encarga no solo de dirigir y gestionar la realización del proceso danzario, también es este el que permite la adaptación de las danza-dramas a un contexto específico y así permitir la continuación de estas. Este actor, también, puede buscar su propia adaptación dentro del proceso danzario despojándose de responsabilidades y áreas de incidencia, tal como sucede con las danzas-semilleras.
Los caseros de Rabinal perciben ciertas amenazas contextuales que ponen en riesgo la existencia del proceso danzario, estas son: el alto costo económico que representa presentar un danza-drama; la creciente comunidad protestante que sataniza el proceso danzario y obliga a sus miembros a deshacerse y eliminar toda la parafernalia danzaria; la juventud desinteresada en continuar con esta práctica cultura; la poca ayuda institucional y comunitaria que han recibido a partir de la violencia y por último, las danzas escolares.
Desde hace aproximadamente 25 años surgieron las danzas escolares, estas son versiones más cortas y reducidas no solo de las presentaciones sino del proceso danzario. Al ser financiadas en buena parte por la municipalidad y permitir cuestiones que las danzas mayores no permitían, estas danzas son concebidas por los caseros como amenazas. Sin embargo, pareciera ser que las danzas escolares no amenazan la existencia de estas sino la probable desaparición del proceso danzario y, por ende, del casero como actor principal de éste.
Las danzas escolares se pueden entender como una continuidad adaptada, pues solamente ante la adaptación al contexto se puede permitir su existencia. Lo mismos ocurre en las danzas mayores, en ambos casos los caseros juegan un papel importante al adaptarse en diferentes grados. Por un lado comprimiendo el proceso danzario; por otro, adaptándose a sí mismo como actor en situaciones en las que tiene poco control. La capacidad adaptativa de los caseros, y por ende la que ejercen sobre los danza-dramas, es lo que ha permitido que este Performance cultural ritual permanezca.
Las danzas escolares representan una secularización del proceso ritual al moverlas de un espacio religioso y llevarlo a uno educativo. En este traslado institucional, se eliminan y resignifican ideas y símbolos sobre el proceso danzario; no obstante esta transición no se realiza de forma abrupta sino de forma gradual. De cualquier manera, la secularización del este proceso provoca el cambio de un Performance cultural ritual a un Performance sociocultural pues su condición performática continúa.
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