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Desde la Edad Media los maestros de arte, pintores de profesión, se vieron favorecidos por encargos de retratos por personajes deseosos de quedar recordados para la posteridad. También era común que los artistas, de su propia iniciativa, elaboraban retratos para mostrar su destreza y originalidad: obras que guardaban con recelo como patrimonio y acrecentaba su popularidad. Tal el caso, del retrato más famoso, estudiado y visitado del mundo, Mona Lisa (La Gioconda) y su enigmática sonrisa.
Existen en la actualidad en museos y colecciones privadas una enorme cantidad de retratos. Al estudiar una muestra parcial de ellos, es posible, por medio de comparaciones, deducir como se ha transformado el concepto del retrato pintado conforme ha transcurrido el tiempo. |
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