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INTRODUCCIÓN: Todos los seres humanos experimentamos emociones, Charles Darwin indicó que algunos patrones de la expresión emocional son innatos en los humanos, pero es el manejo de las mismas lo que varía de una cultura a otra e incluso de situación a situación (freewebs.com, 2004). La agresión es el resultado conductual de la ira, por lo que para que la misma no se transforme en violencia, es necesario conocer donde se origina o cuáles son sus detonantes (Berkowitz, 1993, citado por www.psiquiatria.com).
La ira ha sido descrita de diferentes maneras, desde “…un estado negativo y
fenomenológico” hasta “una emoción básica que le da al organismo la capacidad y motivación para superar obstáculos” (Boman, 2003). Sin embargo, en este estudio usaremos el concepto de Novaco (citado por Boman, 2003) quien define la ira en cuatro diferentes componentes: físico, afectivo, conductual y cognitivo; ya que el instrumento a utilizar se adecua más a este concepto. Se examinaron estos componentes en adolescentes mujeres que cursan los grados básico y diversificado de dos establecimientos educativos privados en la Ciudad de Guatemala.
Para este propósito se utiliza la versión en español del “Multidimensional School Anger
Inventory” creado por Smith, Furlong, Bates y Laughlin en 1998 y diseñado para medir los
cuatro componentes de la ira. Para validar dicho instrumento, se realizaron algunas
modificaciones que permitían a las estudiantes comprender de mejor manera los enunciados, sin que las mismas afecten su contenido. Así mismo, se incluye fundamentación teórica que respalda el estudio y proporciona una visión general de los conceptos a tratar dentro del mismo.
Se considera que este estudio ayudará a identificar y caracterizar la ira, así como las
respuestas violentas que la misma desencadena, proporcionando lineamientos para actividades de prevención de la violencia en las clases, ya que como señala la Academia Americana de Psiquiatría en su documento No. 55, existen señales de alerta que al ser identificadas se pueden reducir o impedir y así evitar un comportamiento violento (aacap.org, 2003). Martín Baró afirma (Zepeda 1998), todo ser humano tiene una “naturaleza abierta a potencialidades de todo tipo, entre ellas, la violencia y la agresión” que pueden definir el perfil de la conducta humana, y si conocemos dichas potencialidades, seremos capaces de manejarlas y reducirlas.
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