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La atención que reciben los niños/as en los primeros años actúa como un fuerte cimiento a lo largo de toda la vida. Razón importante para revisar y revalorizar el tipo y la calidad de experiencias a las que son expuestos los infantes durante esta etapa de crecimiento, desarrollo y madurez. Antecedentes a nivel Latinoamericano reportan que una atención y cobertura con calidad en la educación inicial y preprimaria, mejoran equidad y eficiencia en los sistemas educativos a nivel primario y logra cerrar la brecha de desigualdad entre niños/as atendidos, versus los no tuvieron acceso al nivel educativo inicial y sin saberlo, quedaron atrapados dentro de un contexto desfavorable que les marco para el resto de la vida, porque la falta de atención se dio en la edad en la cual este tipo de desigualdades afectan las ventanas de oportunidad para un bienestar futuro.
Guatemala en el 2002 tenía una población de 11,237,196 millones de habitantes (censo del Instituto Nacional de Estadística -INE-), de los cuales 1,637,580 eran niños entre los 0 y 4 años de edad. Según la pirámide poblacional para ese año el 60% de las personas oscilaban entre los 0 y los 30 años. Al asociar estos datos, se asume que la mayoría de los padres/madres de los infantes pertenecen a este grupo económicamente activo. De allí la inquietud de presentar una propuesta de diseño curricular para el nivel inicial que considere crecimiento, desarrollo y madurez de los infantes.
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