Abstract:
Uno de los problemas significativos de salud pública en Guatemala que afectan a la población pediátrica, son las quemaduras. Una quemadura requiere de procesos largos de hospitalización y rehabilitación, los cuales interfieren con las actividades cotidianas de los niños o adolescentes, específicamente con sus estudios y formación académica. Asistir a la escuela es un derecho de cualquier niño o adolescente. Condiciones adversas, como una quemadura, los obliga a postergar su asistencia y en muchas ocasiones a dejar de asistir a ella. En el caso de un niño o adolescente que ha sufrido de una quemadura, la ruptura hacia su bienestar se manifiesta no solo en un problema físico o de salud, sino también personal y social, ya que su rutina se ve interrumpida. En edades escolares, el centro educativo se convierte en un ambiente que tiene un rol vital para la adquisición de recursos personales que forjan la identidad, las habilidades sociales y las habilidades
académicas; mismas que forman parte de los pilares del bienestar de un individuo. Por lo tanto, surge un vínculo entre la salud y la educación, el cual conforma el abordaje complejo que tiene una quemadura. Para que las intervenciones sean integrales en un paciente hospitalizado, no se pueden limitar a intervenciones de salud, pues se estarían aislando otras factores importantes, tal como la educación dentro del centro de salud y el acompañamiento que requieren los pacientes para reincorporarse a sus estudios y posteriormente a la sociedad. Debido a que una quemadura afecta física y psicológicamente al paciente, las secuelas a largo plazo requieren de un abordaje psicosocial en el cual el paciente construya y refuerce su autoconcepto, imagen
corporal y autoestima para alcanzar un bienestar y satisfacción que conllevarán a una adaptación escolar favorable. Para esto, es indispensable trabajar con los padres a través de un entrenamiento parental basado en habilidades de confianza y psicoeducación en torno a los factores que implican una quemadura y su rol.
Además, se debe involucrar al equipo de rehabilitación y al centro educativo para promover la adherencia al tratamiento y recuperación, y agenciar o facilitar la reinserción, mediante herramientas de sensibilización,
preparación y planificación para el niño o adolescente. Lo anterior se integra en el protocolo elaborado para el área de atención psicológica, el cual trabaja el vínculo entre salud y educación identificado como una necesidad de un paciente pediátrico con quemaduras, el cual busca alcanzar su funcionalidad y bienestar.
