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INTRODUCCIÓN. Hugo Estrada Lemus, sin esconder su posición pastoral, recorre los ambientes humanos
con la misma pena y la misma alegría de todo humano. No podía ser de otro modo. Para
espíritus en constante lucha por elevar la espiritualidad de la sociedad, Estrada se asume a
sí mismo como pastor en un mundo exterior con conflictos reales. Estrada no le da la
espalda a la cruda realidad, por el contrario, se lanza a recorrer el mundo ataviado de su fe
y con la armadura del hombre y el narrador.
Curiosamente no lo hace separándose de los conflictos innecesarios del mundo
contemporáneo. Por eso, su narrativa es simple y sin complicaciones. Su rol de pastor es
perceptible en todo momento
"Hijos, cuando se ha visto despacio el corazón humano, a través del microscopio,
solo quedan ganas de ver telenovelas." (1984: 7)
Hugo Estrada no juega con la doble personalidad o la doble moral, la denuncia
abiertamente siguiendo la ruta de la enseñanza. Por momentos usa o aplica la parábolas:
(1984: 71)
"Se repitió la historia. Cuando las torres ya estaban llegando hasta las nubes,
Comenzaron los bochinches: unos decían que cien metros, otros que doscientos.
Optaron por seguir su antigua táctica: se separaron".
Se enfrenta en un tríptico poco usual en la narrativa; ve, siente y habla desde su propio
rol, el mismo anuncio de las buenas nuevas en su función de profeta y pastor. Se reconoce
como hombre en un contexto real y recorre con la palabra escrita los derroteros del
andamiaje del cuento (1984: 79)
"En esa casita entra y sale mucha gente con polifacéticos automóviles. Entra y
sale mucha gente con ropa de las principales boutiques de la ciudad. También él
entra y sale, semanalmente, de la clínica del siquiatra."
Hugo Estrada exacerba su narrativa creativa en momentos que coinciden con la guerra
civil guatemalteca y frente a un fenómeno literario que se expresa con jóvenes narradores
y poetas nacionales que se lanzan, justo en los procesos de mayor violencia nacional, a la creación de un grupo literario denominado "Rin 78". Nombres como los de Max Araujo,
Dante Liano, Salvador Pérez García, Roberto Palomo, Amable Sánchez, se unen más que
en coincidencias ideológicas, en coincidencias literaria que aportan y enriquecen una
nueva etapa guatemalteca.
Es justamente en esa etapa cuando en 1984 se publica Por el Ojo de la Cerradura, leerlo,
dice Luis Alfredo Arango en la presentación, "es como escuchar su voz cada mañana,
por la radio, aclarando dudas y cielos; llamándole al pan, pan y al vino, vino; porque no
se anda con eufemismos cuando hay que proclamar la verdad, le duela a quien le duela".
Este conjunto de cuentos, con calidad literaria, revela a un narrador que no le da la
espalda a la realidad. No la descubre ni la encubre porque sabe que existe... y tampoco se
asombra. No, Hugo Estrada la conoce y busca comprenderla para hacer de esa realidad
una misión pastoral en una curiosa combinación de hombre y narrador. |
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