Abstract:
INTRODUCCIÓN. Desde tiempos prehispánicos, la Costa Sur de Guatemala ha sido una región muy importante
dentro del área Maya. Las condiciones ambientales, incluyendo los ricos suelos que allí se encuentran,
hicieron atractiva esta región para el asentamiento humano desde tiempos muy tempranos.
Además de buenos suelos, la accesibilidad de recursos de otros tipos tanto acuáticos como terrestres,
ha facilitado el asentamiento en la región. Por sus características ambientales y la cantidad de
agua disponible, es posible obtener muy buenas cosechas de muchos productos. Incluso, en lugares
cercanos a los ríos, pueden lograrse hasta tres cosechas de maíz al año, un fenómeno que no se presenta
en otras áreas. Es así como la Costa Sur se volvió un lugar importante para el abastecimiento
de recursos para otras regiones, promoviendo el comercio, y atractivo para asentarse en él, permitiendo
así migraciones. Por otra parte, la Costa Sur carecía de otros recursos, obsidiana y jade, por
ejemplo, que provenían de otras regiones, y que jugaban parte importante en la vida de las personas
de la región. De esta forma, las diferentes regiones se volvieron dependientes unas de otras para el
intercambio de recursos.
Entonces, como puede verse, debido a la riqueza del área y a la importancia de los productos
que se obtenían, varios sitios importantes fueron creciendo con el tiempo, como por ejemplo Abaj
Takalik y Chocolá. Estos sitios, entre otros, parecen haber tenido importancia como centros de actividad
ceremonial, comercial y política. Estos, se cree, aumentaron de tamaño por el control que
ejercían sobre la producción de cacao y sobre las rutas comerciales (Sharer 1995:26).
Unos de los asentamientos más tempranos de Mesoamérica han sido localizados en las orillas
de las playas del Océano Pacífico, en los manglares (Arroyo 1994). De la playa empieza a subir
levemente el terreno hacia la Bocacosta y ésta, como se dijo anteriormente, es un área muy fértil
para la agricultura. Antes de la Conquista, muchos hablaban de las plantaciones de cacao, que era
intercambiado con otras regiones. Hoy en día, la mayor parte de las tierras que tenían cacao tienen
café y otros cultivos.
La primera influencia en esta área fue la Olmeca, proveniente de la región del Golfo de México,
durante el Preclásico Medio. Esta influencia fue, muy posiblemente, resultado de contactos por
comercio a larga distancia. Según Sharer, las rutas comerciales de la Costa Sur formaban parte de
un sistema comercial mayor, que unía a México con el resto de Centro América. Según parece, los
sitios importantes dentro de este sistema tenían esculturas con características olmecas. Ejemplos
de estos sitios son Abaj Takalik en Guatemala y Chalchuapa en El Salvador (Sharer 1995:74-75).
La naturaleza de la influencia teotihuacana en la Costa Sur durante la segunda mitad del Clásico
Temprano todavía no está clara, aunque muchos han especulado para explicarla. Algunos dicen que
se trata de migraciones de teotihuacanos que se asentaron en la Costa Sur (Berlo 1989; Bove 1991);
otros dicen que hubo solamente relaciones comerciales, y otros aseguran que podría tratarse de
influencia puramente ideológica (Popenoe de Hatch 1989). Después de esta época, hubo otras
migraciones de personas hablantes de náhuatl, los pipiles (Fowler 1983), que se asentaron en la
Costa Sur. En las fuentes etnohistóricas se habla que algunos grupos Mayas de Tierras Altas tenían
tierras en la Costa Sur, precisamente para abastecerse de productos propios. Cortés y Larraz en
1769-1770 realizó una visita a la zona y menciona que los actuales departamentos de Suchitepéquez
y Retalhuleu estaban poblados por hablantes de quiché (1958:250, 255, 263 y 267).
Debido a la importancia que tiene esta región en relación con las otras cercanas, se han realizado
muchos estudios para explicar el desarrollo de la ocupación humana en la región. A pesar de
ésto, falta mucho por explicar. Muchos de los estudios se enfocan en un período o momento (Parsons
1967) para poder entender lo que estaba sucediendo en determinado lugar dentro de un contexto
cronológico. Muchos otros se enfocan en lo que son los patrones de asentamiento de los sitios
(Boye 1989; Lou 1991; Pye 1993) para poder entender la organización política (jerarquía de sitios)
en la época prehispánica. También se han hecho estudios sobre los patrones funerarios (Arroyo
1987); sobre la arquitectura (Rubio 1986; Medrano 1988); sobre la escultura (Popenoe de Hatch
1989a; Graham 1992); sobre material lítico (Carpio 1989), todos éstos para poder reconstruir mejor
la ideología y forma de vida de los habitantes prehispánicos de la Costa Sur. Además, se han hecho estudios sobre el comercio entre la Costa Sur y las Tierras Altas (Lou 1994), que ayudan a entender
las relaciones que se mencionaron en un principio.
Por último, pero no de menor importancia, son los estudios que se han hecho con base en la
cerámica (Popenoe de Hatch 1987, 1989b y 1993; Herrera, ms. en prep.; Beaudry 1989). Debe
entenderse que por medio de la cerámica, además de ayudar al fechamiento de los sitios, puede llegar
a saberse mucho sobre la naturaleza de las relaciones entre grupos asentados en un área determinada
y los patrones de movimiento de estos grupos; al grupo que pertenecían los habitantes de
determinado sitio; y las relaciones comerciales entre diferentes regiones. De este último punto es
importante mencionar un ejemplo proveniente del entierro encontrado en Marinalá (Popenoe de
Hatch et al. 1993:8): sobre el entierro se encontraron los fragmentos de un cántaro proveniente del
Altiplano Central o del Río Motagua en Baja Verapaz, lo que indica que estas dos regiones estaban
en contacto.
Si quiere saberse la naturaleza de las relaciones entre varios grupos de determinada región y
los patrones migratorios de estos grupos, también, como se dijo, debe recurrirse a la cerámica. Esta
idea fue la que motivó a llevar a cabo el Proyecto La Garrucha. Popenoe de Hatch propuso una
hipótesis (1987, 1989b y 1993) en la que menciona que había tres tradiciones cerámicas en la Costa
Sur en la época prehispánica, cada una de las cuales podía asociarse con un grupo diferente de personas.
También dice que estas tradiciones no se mantuvieron restringidas a una sola región, sino
más bien se fueron moviendo por toda la Costa. Lo que se quería averiguar en la primera temporada
del Proyecto La Garrucha era qué grupo de personas, asociadas con determinada tradición, habían
ocupado el área de La Garrucha, especialmente en el sitio Marinalá. Una vez se había determinado
quiénes habían habitado el sitio, surgieron otras preguntas, como por ejemplo la función del Grupo
Este. Esta pregunta es la que se tratará de explicar en este trabajo.
Hasta el momento quedan muchas preguntas sin responder, que con los años y con más arqueólogos,
se van a poder ir respondiendo. Las preguntas son muchas, pero por el momento cronológico
relacionado con el Proyecto La Garrucha, un tema importante es la naturaleza de los movimientos de estos grupos en la Costa Sur, que no está claro. Deberán hacerse estudios en sitios más al este
de Marinalá para entender lo que pasó en esa región en determinado momento e investigarse más
a fondo los patrones comerciales entre la Costa Sur y las Tierras Altas de Guatemala. Si se considera
que la hipótesis propuesta por Popenoe de Hatch (1987, 1989b y 1993) es válida, entonces, ¿cómo
pudieron las personas asociadas con la Tradición Naranjo obtener obsidiana de fuentes controladas
por Kaminaljuyú que estaba en tan cercano contacto con la Tradición Achiguate? Hasta la fecha,
ya se tiene más o menos claro qué pasó hasta la segunda mitad del Clásico Temprano en el área de
La Gomera, pero también es importante saber lo que pasó durante el Clásico Tardío en toda la
región.
Así pues, a continuación se presentará la evidencia y luego las posibles interpretaciones de lo
que es el Grupo Este de Marinalá, que se obtuvieron como parte de las investigaciones en ese sitio. RR